Anton van Dyck fue un pintor flamenco especialmente dedicado a la elaboración de retratos. Dado que alcanzó gran fama internacional, su nombre se adaptó a diferentes idiomas: en inglés, Sir Anthony van Dyck; en español, Antonio o Antón van Dick. En su lengua materna, el neerlandés, su nombre es Antoon van Dijck (la palabra dijck significa 'roble' o 'encina'). Llegó a ser el primer pintor de corte en Inglaterra tras una larga estancia en Italia. Es universalmente conocido por sus retratos de la nobleza genovesa y de Carlos I, rey de Inglaterra, de los miembros de su familia y de su corte. Con su método de pintura de una elegancia relajada, influyó en los retratistas ingleses, como Peter Lely. Además de retratos, por los cuales fue bastante apreciado, se ocupó también de temas bíblicos y mitológicos, introduciendo algunas notables innovaciones pictóricas.
Grande para Flandes era la fama de Pedro Pablo Rubens, cuando en Amberes en su escuela surgió un joven llevado de tan noble generosidad de costumbres y de un tan bello espíritu en la pintura que bien dio signos de ilustrarla y aumentar su esplendor.
En Amberes fue discípulo de Hendrick van Balen, con quien permaneció entre 1609 y 1610. Más adelante fue también alumno y asistente de Rubens, del que asimiló la técnica y en parte también el estilo, y en 1618 fue admitido como maestro en el gremio de San Lucas.
Tras transcurrir la juventud en Amberes, se trasladó a Italia, donde realizó el viaje ritual de formación característico de todos los grandes pintores flamencos. Allí tuvo la oportunidad de ver y copiar algunas grandes obras renacentistas, especialmente de su pintor favorito, Tiziano. Al volver de Italia, pasó a Inglaterra, a la corte de Carlos I, donde se ocupó casi exclusivamente de retratos. Murió en Londres a la edad de 42 años y fue enterrado en la Catedral de San Pablo.
Van Dyck nació en una casa llamada Den Berendans, en el centro de la ciudad. Su abuelo Anton (1529–1581), tras haberse dedicado a la pintura, se dedicó al comercio de la seda; a su muerte, su mujer, Cornelia Pruystinck continuó la actividad del marido, rodeada de sus hijos Francisco y Fernando. Tal trabajo rendía bastante, ya que la familia tenía clientes incluso en París y Londres, y en una buena parte de las ciudades flamencas.
El padre de Anton, Franchois, se casó en segundas nupcias, en 1590, con Maria Cuypers. Desde el matrimonio con esta mujer, tuvo 12 hijos, de los que Anton fue el séptimo. Dado el crecimiento de la familia, los van Dyck decidieron adquirir una casa nueva, espaciosa y lujosamente amueblada, De Stadt van Ghendt, que incluía algo desusado para la época, un baño.
Anton mostró rápidamente su talento y es considerado un niño genio. Fue enviado, en el año 1609, al taller de uno de los mejores pintores de la ciudad, Hendrick van Balen, decano de la Sint-Lucasgilde (Gilda o Gremio de San Lucas), con el fin de que aprendiese los rudimentos de la pintura y adquiriese experiencia. Su primera pintura datada es de estos años y es el Retrato de un hombre de setenta años, de 1613, en el que son evidentes las enseñanzas de Van Balen. Sin embargo, bien pronto y con solo 16 años, abrió un taller personal, junto al joven amigo Jan Brueghel el Joven, con quien abandonó la escuela del maestro. En estos años, como recuerda el mismo Brueghel, Anton recibió el encargo de ejecutar una serie de pinturas que representaran Los doce apóstoles y un Sileno ebrio. De este período es sin duda también el autorretrato de 1613–1614.
A partir de 1617 y hasta 1620, Van Dyck trabajó estrechamente con Rubens, de quien llegó a ser ayudante, abandonando su taller autónomo. Siguieron meses de colaboración entre los dos: Rubens habla de Van Dyck como de su mejor alumno. También tras el 11 de febrero de 1618, día en que fue admitido en la Gilda de San Lucas como «maestro», Van Dyck trabajó con Rubens en la realización de telas como Decio Mus despide a los lictores o Aquiles entre las hijas de Licómedes (Museo del Prado). En el taller de Rubens, ya por entonces un pintor conocido en toda Europa, Van Dyck dio a conocer su nombre en los ambientes de la aristocracia y de la rica burguesía y contactó con la cultura clásica y la etiqueta propia de la corte. El joven Anton aprendió a imitar los modelos del maestro, adoptando muchas de sus características, como es fácil de constatar en la pintura El emperador Teodosio y san Ambrosio. En 1620, Rubens había firmado un contrato con los jesuitas de Amberes para la decoración de su iglesia, basada en los diseños del mismo pero llevada a cabo por Van Dyck; además de este importante encargo, Anton recibió también numerosas peticiones de clientes particulares para la realización de retratos. Corresponden a estos años, pinturas como el Retrato de Cornelius van der Geest o Maria van der Wouwer-Clarisse.
En octubre de 1620, cuando tenía veintiún años, van Dyck se trasladó a Londres, a la corte del rey de Inglaterra, James I. Lo convenció la insistencia de George Villiers, I duque de Buckingham y Thomas Howard, conde de Arundel. Este último era un gran apasionado del arte, amigo de Rubens y protector del arquitecto Iñigo Jones. Durante la estadía en Londres, Van Dyck obtuvo de James I una pensión anual de 100 libras esterlinas pero no logró ser presentado al rey; sin embargo, bien pronto el conde de Arundel le concedió un permiso de viaje al extranjero por ocho meses: no volvió en once años. Las obras realizadas por van Dyck durante esta primera estancia en Inglaterra son muy diferentes de las que había hecho hasta entonces en Flandes. En Amberes, reconvertida recientemente al catolicismo, Antoon tenía la posibilidad de realizar solamente telas con carácter religioso o retratos. En cambio, en Londres gozaba de mayor libertad, sea en la ejecución de las pinturas, sea en la elección del tema por representar. En el cuadro Sir George Villiers (futuro duque de Buckingham) y su mujer Lady Katherine, como Venus y Adonis, por ejemplo, van Dyck representa a los novios como jamás lo había hecho: la tela tiene un carácter alegórico, con un gusto típicamente pastoral, inspirado en Tiziano, y los dos personajes son representados semidesnudos y a tamaño natural. Otras pinturas conocidas del período son La continencia de Escipión y un retrato del conde de Arundel (Los Ángeles, Museo J. Paul Getty).
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